De mi baúl y de esos cofres de luz
A manera de prólogo:
«Hace cinco años había dos chicas llamadas Jose y Vero», «Voy a contar una anécdota que me pasó», «Había una vez un rey y una reina…» o «Hace mucho tiempo, en Uruguay, había un chico llamado Manolo.»
¿No es hermoso poder comenzar mi libro con frases como éstas?
Para mi libro anterior María Victoria (Vicky) me prestó dos de sus cuentos que lo iluminaron con esa luz que brotaba de su prodigiosa imaginación, y con orgullo incluí en él «Robo en Paris» y «Caballo de fe». Algo maravilloso pasaba en mi vida.
Hoy, en «De mi baúl y de sus cofres de luz» son dos las nietas que le darán brillo: Vicky me dio el hermoso «Y el río las unió» que escribió hace dos años y su cuento un poco más reciente «La vida de un maniquí» y Jose (Josefina María) con sus 9 añitos me hizo el regalo de participar con dos cuentos fantásticos: «La princesa atrapada» y «Churros Manolo» .
Pueden ustedes imaginar mi alegría y orgullo de ver en ellas esta proyección de mi ser de manera tan encantadora.
Posiblemente no hubiese nacido mi poemario de no estar empujado por semejante incentivo. Por ello busqué en mi baúl algunos poemas y agregándoles otros nuevos, le di forma a éste, mi decimoprimer libro, que sigue dando a mi vida un especial sentido.
En esta entrega he querido también, como especial recreación, incluir en los «blancos» dejados por los poemas muy breves, la poesía superlativa de dos poetas a los que quiero y admiro. Son obras de mi hermana Marta Elena y del poeta español Vicente Fernández-Cortés Fonseca.
Gracias, Vicky, gracias Jose y gracias a todos los que me leen y apoyan.
Carlos Justino Caballero