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Entre hamacas y toboganes

Autor: Autores Varios
Materia: Antologías

“Hay una literatura infantil hecha por adultos con alma de niños y de niños con puño, tinta y pluma de adultos”.

 

Esa literatura que permite al niño situarse frente a la realidad con fascinación, con encanto y misterio busca reinventar el mundo.

Ella recrea sentimientos, memoria, fantasía y recorre mundos desconocidos.

En esa literatura predomina lo lúdico como expresión de la vida con significados henchidos de valor y colmados de esperanzas, donde se agita lo humano en su dimensión social y se afianza el vínculo entre el arte y el espíritu de la infancia.

La literatura infantil que se complace en el ritmo del lenguaje, que se interesa más bien por el ámbito de las formas, que se sumerge en la materia de los sueños, que se compromete con los problemas y dolores del mundo es fecunda y esencial pues participan de ella el asombro, la originalidad, el candor, la aventura, el ritmo, el movimiento, la visión luminosa encantada de la vida y la trascendencia.

La literatura y la infancia comparten como elementos intrínsecos y comunes una misma identidad, la poesía y naturaleza del ser niño, entre el prodigio del arte y el milagro del ser infante.

La relación de la literatura con la infancia  es un vínculo no solo fecundo sino esencial, en cuanto participan el lenguaje simple, comprensible pero a la vez mágico, la fantasía que relumbra, hechiza y sorprende; el humor fino, inteligente, ocurrente; la aventura que aumenta según el andar de los caminos; el heroísmo que lucha por el anhelo de hacer un mundo mejor y la esperanza que sostiene y alienta la vida.

Lograr reunir todo ello en el acto creador de la literatura supone arrojo, entereza y extraordinario valor. Implica también trabajo con el lenguaje a fin de alcanzar sencillez, candor y limpidez, porque para ser auténticos se tiene que hablar desde el niño íntimo y recóndito, pero además en un código natural y de acuerdo a las expectativas, intereses y preferencias del niño concreto, aquel que existe y está ligado fervorosamente a la vida.

Por eso, al escribir una obra dirigida a los niños hay que hacerla instalados en realidades trascendentes que muchas veces no son precisas, palpables ni evidentes. Donde mientras más incertidumbre y riesgo haya en la obra, puede ser su trama y su entraña mucho más valiosa frente a otras que intenta desde la superficie servir e implementar determinadas temáticas, expectativas o necesidades muy terrenales en los niños.

El misterio al cual se enfrenta un escritor de libros para niños debe ser tan grande y vasto que él mismo debe quedar sorprendido y ser el lector extasiado de su propia obra más por la intensidad y grandeza del secreto que se descorre y desenvuelve que por lo que él logra entender, quiere exponer o intenta dilucidar.

Una obra para que sea considerada literatura infantil debe arrojarse a los brazos de la belleza y de la verdad, por duro que ello parezca, perdiendo en cada arrojo la vida.

Que los cuentos que vayas a leer aquí, te tomen de la mano y te lleven a recorrer  la senda, donde a cada paso, te estremezcas.

 

Olga Beatriz Luna.
 

 

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